viernes, 30 de septiembre de 2011

EL ÚLTIMO CROISSANT

Aunque no suelo tener nostalgia cuando algo termina, hoy se me han escapado unas lágrimas cuando le he dicho adiós a Sirga, la cocker dorada del estanco. Todos los lunes la hemos ido a ver la niña rubia y yo. También nos hemos comido el último croissant juntas. La pequeña la pata del mismo, para mí el resto. Ayer me despedí de la peluquera que me ha cortado el flequillo a una altura imposible de que me favorezca. Nos deseamos suerte mutuamente. Ella espera a su primer hijo, una niña rubia seguramente. Este fin de semana me despediré de la playa con un último baño en compañía de Francesca y de Imma, las amigas cincuentonas de Bruc. A Francesca le he dejado en herencia mi playa. No sé cuándo podré volver a pisarla. La dejo en buenas manos. También me despediré del ático que me ha acogido estos dos últimos años. Se puede decir que allí he sido feliz. Le escribiré una carta al fantasma que vivía en él por si quiere volver. Que me lo cuide en mi ausencia. Añoraré a la niña rubia, claro, aunque la deje en buenas manos.
Pero aunque suene estúpido, lo que más me duele dejar es a mi coche. Miraré de buscarle un lugar para que esté calentito este invierno. Tan pronto como pueda volveré a por él.
El setter volverá con sus dueños, recién operado y en forma para poder soportar a los dos jack russel terrier con los que convivirá a partir de la semana que viene. Seguremente acabaré añorando que me pise los pies, algo que aborrezco, y que me persiga por toda la casa en cuanto abro la nevera para comer algo.
En compensación a todas estas despedidas diré que me espera otra niña rubia, mi hija ficticia. Y aunque se me encoja el corazón de sólo pensar que a mis cuarenta y cinco años aún busco mi lugar en el mundo, en su compañía será más llevadero. Al fin se cumplirá nuestro sueño de vivir juntas, aunque sea Bruc y no Coppini quien ocupe su lugar. Él será el encargado de mantener alejado al gato que se ha enamorado de mi hija y que le regala pájaros muertos como prueba de su amor.
He querido escribir estas líneas, aunque sea deprisa y sin corregir, para que quede constancia en mi blog que hoy, treinta de septiembre del 201, me he comido el último croissant sentada en la plaza que da a la playa, en compañía de la niña rubia. A reveure, bonica.
 
Free counter and web stats